Existe un renovado interés por el papel que tienen las actividades agropecuarias sobre el proceso de desarrollo regional y la implementación de mecanismos que permitan atacar las causas estructurales que han impedido su avance. Para enfrentar estas causas, se requiere de un nuevo pensamiento, formas diferentes de relación entre los actores, una mayor inclusión de los segmentos productivos menos favorecidos, una participación más amplia de la sociedad civil, definición de un nuevo rol para el sector público y privado, y una nueva gobernabilidad.
En medio de esta problemática, se ha evidenciado que uno de los temas que gobernará la agenda de los agronegocios en los años por venir es la búsqueda de formas exitosas para vincular a los productores de pequeña escala con los mercados y las redes de valor. Este tema es relevante, en principio porque este grupo de actores contribuye con cantidades sustanciales de alimentos en el país y en general en el mundo. Normalmente estos segmentos productivos han sido excluidos de las ventajas que ofrece el mundo actual y se han convertido en un núcleo de alta vulnerabilidad e inestabilidad política y social.
En medio de esta problemática, se ha evidenciado que uno de los temas que gobernará la agenda de los agronegocios en los años por venir es la búsqueda de formas exitosas para vincular a los productores de pequeña escala con los mercados y las redes de valor. Este tema es relevante, en principio porque este grupo de actores contribuye con cantidades sustanciales de alimentos en el país y en general en el mundo. Normalmente estos segmentos productivos han sido excluidos de las ventajas que ofrece el mundo actual y se han convertido en un núcleo de alta vulnerabilidad e inestabilidad política y social.
La inserción de los productores de pequeña y mediana escala a los mercados, ya sean locales o de exportación, requiere de la acción conjunta de los gobiernos, el sector privado y la sociedad civil. Los gobiernos deben centrar sus esfuerzos hacia la creación de marcos institucionales y legales conducentes a crear un ambiente que favorezca esa vinculación y hacia la definición de prioridades y estrategias de inversión y asignación de recursos que fortalezcan sus capacidades, en los que se evite el diseño de programas asistencialistas o populistas.
La incorporación de los productores de pequeña y mediana escala a los mercados también requiere de una activa participación del sector privado, quien tiene la importante función de crear y poner en marcha ideas y negocios que sean comercialmente viables y que ayuden a generar empleo, reducir la pobreza y contribuir a la seguridad alimentaria. El sector privado continua siendo la fuerza motriz de la innovación y la inversión, y facilitará la vinculación de los pequeños productores con las iniciativas empresariales competitivas y sostenibles.
Toda sociedad debe tener el derecho de definir y gobernar su propio futuro y esta es sin duda una de las funciones más importantes de organizaciones de la sociedad civil, en el proceso de vincular a los productores con los mercados, apoyarlos en sus procesos organizativos, ayudarlos a mejorar sus capacidades de interlocución colectiva, crear puentes de diálogo con los gobiernos locales y, eventualmente, apoyar la provisión de servicios y ayudas a aquellos con necesidades especiales o urgentes.
Para vincularse con los mercados, los productores de pequeña y mediana escala requieren hacerlo de forma asociativa para reducir los costos de transacción, mejorar sus capacidades de negociación, incrementar su competitividad, facilitar los procesos de transferencia de tecnología e innovación, convertirse en interlocutores legítimos ante el gobierno y el sector privado, aumentar la cohesión social y mejorar la autogestión.